Charlamos con
el investigador y criminólogo Manuel Carballal sobre sus Cuadernos de Campo,
los trabajos en los que está mostrando documentación exclusiva sobre algunos de
los misterios más populares.
Por Jesús Ortega.
El investigador y criminólogo Manuel Carballal no se casa con nadie. Interesado por el mundo del misterio y las anomalías desde bien jovencito, siempre ha perseguido la verdad con el riesgo que eso supone. Se levanta antes de que salga el sol y, desde ese momento, las horas de su día están dedicadas a escribir, investigar, entrevistar y leer.
Odiado y amado a partes iguales, lo cierto
es que cuando un misterio se le pone entre ceja y ceja, su empeño no suele
acabar hasta que obtiene alguna conclusión al respecto, aunque ésta sea
polémica e incluso problemática. Aunque esté acostumbrado a encontrarse con
fraudes y confusiones, no pierde la pasión por la búsqueda y el anhelo de
encontrar la prueba que demuestre que un mínimo porcentaje de los fenómenos que
investiga guardan con recelo claves que aún se escapan a nuestro entendimiento.
Con más de 30 años persiguiendo como pocos toda clase de enigmas, hace un tiempo decidió publicar por su cuenta la parte más íntima, y quizás más valiosa, de sus trabajos: sus Cuadernos de Campo (Editorial El Ojo Crítico).
La herramienta en la que analiza al detalle y reflexiona sobre muchos casos populares y desconocidos. OVNI, abducciones, poltergeist, crímenes esotéricos, sectas satánicas y mucho más. Todos los casos con documentos únicos y exclusivos que ven la luz por primera vez para cambiar nuestro modo de entender muchos de estos expedientes. Hemos charlado con él para conocer mejor su trabajo y tomarle el pulso a la investigación y divulgación del mundo del misterio.
Pregunta: ¿Qué valores ensalza
y recupera la colección Cuadernos de Campo de El Ojo Crítico?
P: ¿Cómo y por qué surge la
idea de trasladar al gran público la parte más íntima de un investigador?
R: Cuando la
llamada Tercera Generación (Bruno Cardeñosa, Javier Sierra, Josep Guijarro,
Pedro Canto, Moisés Garrido, etc.) comenzamos a investigar y estudiar
anomalías, era casi imposible acceder a la información extranjera. Para
aquellos jóvenes estudiantes era inviable pagar las suscripciones a las
publicaciones americanas, francesas, británicas, etc. Ahora el problema es el
contrario, la sobresaturación de desinformación. Hay más datos que nunca, pero
también más mentiras. Y creo que la experiencia de quienes llevamos más de tres
décadas trabajando sobre el terreno puede ser muy útil para diferenciar lo
falso de lo real.
Hay más datos
que nunca, pero también más mentiras. La experiencia de quienes llevamos
décadas investigando puede ser útil para diferenciar lo falso de lo real
P: Hasta el
momento, sólo hemos visto una pequeña parte de tus Cuadernos de Campo, pero
¿cuántos puedes acumular y qué secretos guardan?
P: ¿Cómo es regresar a casos e investigaciones concretas a través de tus notas?¿Cuál ha sido tu mayor sorpresa o decepción al revisar el pasado?
R: Brutal. Recordar anécdotas como cuando tomamos al asalto la sede de una secta satánica a las 5 de la madrugada, diciendo a nuestros padres que estábamos estudiando en casa de un amigo (en el Cuaderno de Campo nº 2), o quedarte solo en el cementerio esperando a que caiga la noche y los enterradores cierren la verja para intentar cazar al vampiro que describían docenas de testigos (CdC nº 7), es volver a vivivirlas. Muchas son divertidisimas, pero recordar los errorres de la inexperiencia, como la torpe hipnosis regresiva a Fernando Martinez que “construyó” los falsos recuerdos de su abducción (CdC nº 6), resultan muy turbadoras. Pero los casos puramente criminales, como los suicidios, asesinatos y homicidios esotéricos de los Cuadernos de Campo nº 4 y 7, en los que me vi involucrado, son los peores recuerdos. Junto con el descubrimiento de las mentiras de quienes fueron grandes referentes del misterio en los 80, 90 o primeros 2000.
Cada caso te obliga a desarrollar la imaginación: desde recurrir a la filología para investigar a un contactado, a usar la pericia caligráfica para estudiar a un hombre lobo.
P: Más allá de los casos, datos y documentos inéditos, ¿qué enseñanzas crees que pueden extraerse de los Cuadernos de Campo leyendo entre líneas?R: Eso es lo más importante, creo yo. La investigación de anomalías no tiene ningún apoyo, subvención o ayuda. En cada caso tienes que desarrollar la imaginación e improvisar sobre la marcha, y creo que esas estrategias que nosotros tuvimos que utilizar en tantos casos, son muy inspiradoras. Desde recurrir a la filología para investigar a un contactado, a usar la pericia caligráfica para estudiar a un hombre lobo, pasando por “engañar” a uno de los laboratorios químicos más importantes para que analizase los rastros de un aterrizaje OVNI a cambio de publicidad en la revista ENIGMAS, dirigida entonces por el Dr. Fernando Jiménez del Oso, o colarse en el despacho de un General de la Guardia Civil para conseguir los últimos expedientes OVNI originales… Más allá de la anécdota divertida, creo que esas experiencias ilustran la necesidad de improvisar ante cada caso, para llegar a la verdad.
P: Algo en lo que coincidimos muchos es en que eres uno de los mejores investigadores de anomalías de nuestro país. ¿Qué consejos darías a quienes persiguen misterios?
Eso es no es
verdad, ni de lejos. Pero precisamente por si mi experiencia podía servirle a
alguien nació la colección Cuadernos de Campo. Yo no soy nadie para dar
consejos, pero mis diarios de investigación, mis memorias del misterio, están
repletas de casos, personajes y situaciones que, creo realmente, dibujan la
realidad del mundo del misterio en España en los últimos 35 años. Mis errores
de juventud: no aprender más idiomas, ser demasiado crédulo, limitar mi
formación científica, la mitomanía, etc., creo que pueden ilustrar sobre lo que
no se debe hacer si quieres investigar el mundo más enriquecedor, fascinante,
instructivo e interesante al que podemos enfrentarnos: eso que llamamos
misterio. No repetir mis errores creo que es el mejor consejo que puedo dar. Te
ahorrás mucho tiempo, dinero y disgustos.
P: Muchos de los casos que aparecen en tus Cuadernos de Campo, por A o por B, han sido previamente divulgados durante años. Sin embargo, la consulta de tus libros siempre suele arrojarnos otra perspectiva. ¿Qué sucede ahí? ¿Por qué en unos medios se vende la historia que no es?
Estamos en la
era de los divulgadores. El problema es que ya casi nadie investiga. Los pocos
que aún quedamos somos una especie en extinción
P: ¿Cualquier tiempo pasado fue mejor? ¿Qué sensaciones y comparaciones estableces al viajar a tus primeras investigaciones y observar el mundo del misterio con los ojos de hoy?
R: No. Me niego a resignarme. He discutido esto con muchos colegas y no lo acepto. Creo que hoy sabemos más que nunca sobre lo auténtico y falso de estos temas. Tenemos acceso a más bibliografía, archivos y casuística que antes. El problema es que ya casi nadie investiga. Estamos en la era de los divulgadores. Y los pocos que aún se patean los lugares –apenas quedamos media docena– somos una especie en extinción. Sin embargo en ámbitos como la ufología, por ejemplo, están surgiendo nuevas perspectivas, ideas innovadoras, hipótesis revolucionarias, como las de Pedrero, Caravaca, Acevedo-Berlanda, etc. En el ámbito de la parapsicología se están haciendo progresos asombrosos. Y lo mismo ocurre con la criptozoología, los misterios del pasado, etc… El problema es que a medida que descubrimos nuevas evidencias, nos alejamos de los tópicos y la ideas tradicionales. Y para los nostálgicos de Ica, el Triángulo de las Bermudas o los aliens ancestrales, el nuevo panorama del misterio resulta insoportable. Lo mismo que ocurrió cuando descubrimos que el sol no rotaba en torno a la tierra, o que el hombre no había sido hecho a imagen de Dios, sino que venimos del mono. Si buscas la Verdad, corres el riesgo de encontrarla…
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